Aprovechando el tirón comercial que fue el estreno del flim Valkiria, sobre un atentado fallido contra Hitler, el último en llevarse a cabo y el más espectacular, que pretendía adueñarse del gobierno alemán para terminar con el nazismo y la guerra, protagonizado por Tom Cruise y dirigido por Brian Singer; se publicaron varios libros y documentales que recogían los detalles del complot y revisaban el papel de la poco conocida resistencia alemana. En este caso, de su facción integrada en el ejercito.
En la Alemania de los años 30, una vez que toda la oposición demócrata y antifascista y del partido comunista fue eliminada y el ejercito depurado, mientras se creaban los guetos y los campos de concentración para eliminar a los enemigos del nuevo régimen, los nazis contaban con el apoyo de amplios sectores del país. Del ejercito, de las fuerzas políticas y sociales más conservadoras y de la banca e industria que los había aupado al poder y de una población cada vez más controlada y manipulada, pero integrada y convencida de los logros del régimen nazi.
Solo subsistieron pequeños grupos dispersos, a veces personas en solitario, de opositores y descontentos.
Miembros de la clase obrera y de partidos de izquierdas que organizaron en grupo o en solitario varios atentados, todos frustrados, desde 1921, directamente contra la persona de Hitler. También asociaciones y clubes de intelectuales, religiosos, aristócratas y estudiantes que dieron cierta oposición política, aunque inofensivos y rápidamente eliminados. O sorprendentemente, del propio ministro de armamento y transportes Speer, oportunista amigo personal de Hitler, alegó en los juicios de Nuremberg haber intentado matarlo al final de la guerra y evitado las destrucciones ordenadas por el mismo Hitler para acabar con los restos de la industria alemana ante el avance aliado y soviético...
El coronel Claus Von Stauffenberg, puso la bomba preparada por Von Boeselager junto a Hitler durante una reunión del estado mayor militar, en julio 1944. Horas más tarde moría fusilado al fracasar la intentona golpista, mal preparada y falta de apoyos firmes. Fue el último intento serio de acabar con la barbarie hitleriana, después de una larga lista de atentados fallidos, que incluían el derribo del avión personal de Hitler por una bomba oculta y varios tiroteos suicidas durante las visitas del líder alemán al frente ruso.
Otro autor de un atentado contra Hitler, George Elser, un carpintero antifascista que en solitario puso una bomba en la cervecería Bürgerbräukeller de Múnich, en noviembre de 1939, con la intención de acabar con Hitler y toda la cúpula nazi allí reunida. Fue detenido mientras trataba de escapar a Suiza. Encarcelado en Dachau hasta que fue ejecutado, semanas antes del final de la guerra.
Y en último lugar, los mejor organizados miembros de algunas facciones del ejercito y del servicio de inteligencia, como el propio jefe del espionaje alemán, Canaris y del ministerio de Exteriores del propio gobierno.
En principio, por su afiliación conservadora y su buena posición social y política escaparon o pasaron inadvertidos al nazismo o cuando no directamente, en un principio, lo apoyaron. Este puñado de oficiales pudo preparar varios intentos golpistas y de asesinato contra Hitler y el gobierno alemán.
De aquí proviene Phillip Freiherr Von Boeselager. Durante la guerra fue un joven oficial aristócrata de fuertes convicciones católicas, reclutado en 1943 por el general Von Tresckow, jefe de uno de los ejércitos alemanes en el frente Este, enemigo activo y encubierto de la dictadura nazi hasta su muerte.
Von Boeselager, después de la guerra, intervino en obras humanitarias y fue el autor de varios libros referidos a su implicación contra Hitler, recibiendo reconocimiento y honores.
Queriamos matar a Hitler se plantea como unas breves y amenas memorias de guerra, en las que explica su implicación en la conjura antinazi, sus experiencias en combate y sus relaciones familiares y sociales. No oculta ni disimula como otros autores, su conocimiento sobre la represión y el exterminio programado contra los judíos, conocidos por los alemanes ya desde que se produjeron, siendo un ejemplo de honestidad, aún teniendo en cuenta su postura.
Fuerzas de caballeria alemana de las que Von Boeselager formó parte. Por un lado útiles para los combates en las grandes llanuras del frente oriental, son un ejemplo de la falsedad del mito de un ejercito alemán totalmente compuesto por fuerzas mecanizadas de élite. Un par de ejemplos más, gran parte de los equipos de transporte aún se componian de fuerzas hipomóviles que podían remontarse en su material, a la guerra franco prusiana de 1870 y otro gran porcentaje de material de guerra usado correspondía a equipos capturados a los aliados, italianos y soviéticos, referencias a las limitaciones de la industria alemana, desde antes de la guerra e inferior y con diferencia, de la soviética y estadounidense.
Phillip Freiherr Von Boeselager (1917 2008). Militar, economista e ingeniero forestal, aristocrata católico, miembro de la resistencia antinazi. Durante la Segunda Guerra Mundial, alcanzó el grado de mayor, varias veces condecorado, en el cuerpo de caballería del ejercito alemán, formando parte del mando del grupo de ejércitos centro, en el frente oriental. Recientemente fue considerado el último miembro vivo del último complot frustrado para asesinar a Hitler. Siendo el proveedor de los explosivos para el atentado, estando al mando de la fuerza que debía dar cobertura a los golpistas en el centro gubernamental en Berlín y que no llegó a tiempo, desde el mismo frente ruso. Dada su posición secundaria en la conjura y gracias a que ninguno de los detenidos confesó la implicación de Boeselager, consiguió escapar de la represión nazi, entre los combates del final de la guerra.
Colección Biografías y memorias. Páginas 192. Edición 1. Formato 14,5 x 23 cm.
Encuadernación tapa dura con sobrecubierta. Código 938828 SBN 978-84-344-5253-4.
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